La historia del libro tiene su primer momento estelar cuando aparece el códice, un nuevo soporte de lectura, ahora vertical y con páginas independientes. Antes de su aparición se acostumbraba un modo de lectura horizontal, en tablas, o rollos de encoger por un lado y soltar por el otro para pasar el texto. Con el códice ingresa un sistema más sofisticado, de bifolio, es decir, de hojas independientes con dos caras para uso.
El códice llega y revoluciona la práctica humana de lectura, pues da comodidad para agarre con las manos y facilidad de consultar contenido puntual, sin tener que abrir por completo un rollo por ejemplo. Los códices son libros de miles de años. Son elementales para reconocer el pasado, tanto de la cultura americana como de la occidental y oriental. Han sido bastante estudiados los códices mayas, los hebreos, los fabricados por durante el Imperio Romano y al igual de los legendarios códices chinos.
El llamado Códice de Madrid, es uno de los cuatro códices prehispánicos elaborados por la civilización maya. Es el mas largo de los cuatro, consta de 112 páginas unidas en forma de biombo y mide en total 6.8 metros de largo. Trata sobre arte adivinatorio. Es conservado en la cámara acorazada del Museo de América, ubicado en la ciudad de Madrid.
El segundo momento estelar del libro empieza el año 1040 d.C, en China, cuando el inventor Bi Sheng llega a un modelo de imprenta con caracteres móviles. Sheng fabrica miles de letras individuales pasando por el uso de la madera, la porcelana y el hierro. Busca con ellas crear páginas carácter por carácter, formándolas en planchas. Es la posibilidad de editar parte por parte una página, pues antes estas planchas se hacían enteras y, al descubrirles un solo error, había que reconstruirlas del todo, desde cero.
Tipos móviles de madera.
Aunque los retos que tuvo la innovación en el mundo de la imprenta no solo fueron la creación del sistema de caracteres móviles, sino también el desarrollo de un buen papel y una tinta de densidad óptima. Luego, la imprenta como máquina y mezcla de técnicas, continúa evolucionando durante cuatrocientos siglos hasta llegar a nivel industrial, gracias al orfebre alemán Johannes Gutenberg. Este inventor realiza en la década de 1440, sus propios caracteres en metales más trabajables para letras impresas más legibles y duraderas, además, implementa el uso de las prensas para extirpar uvas. Con este tipo de aportes Gutenberg elabora un soporte que hace más mecánica y sistematizada la tarea de impresión.
Este nuevo modo de crear impresos optimizado en tierras alemanas reduce los tiempos de producción de libros y documentos a menos de la mitad, y la elaboración manuscrita, aunque no desaparece, queda solo para casos particulares. La expansión de este sistema por el globo terráqueo es lenta, a las colonias españolas en América no llega hasta mediados del siglo XVI, y un país como Colombia, hasta finales del siglo XVIII, a petición de los jesuitas.
Johannes Gutenberg - grabado de cobre realizado por Kupferstich von Theret en París, 116 años luego de la muerte del inventor retratado.
La tercera revolución estelar del libro, la más importante al igual que la digital, es durante el siglo XIX, en plena revolución industrial y donde la imprenta también se lleva el protagonismo. Es época donde se hace sucesiva la implementación de máquinas de vapor a diferentes tipos de prácticas y profesiones. Ya el 29 de noviembre de 1814, Friedrich Koenig y Andreas Bauer, estrenan una máquina de alta velocidad, movida a vapor y rotativa con un doble cilindro de impresión. Este tipo de máquina no llegará Colombia hasta 1882, cuando el impresor conservador Enrique Zalame trae una, durante la fase final de las cuatro décadas de reformas liberales que transforman al país.
Primera imprenta a vapor, inaugurada con la publicación del periódico Times de Londres.
A partir de la imprenta de alta velocidad, el impacto del libro es masivo y global. La oferta literaria aumenta y la prensa escrita llega cada vez a más personas. Entra a un ambiente renovado y en el grupo social burgués, se crea un nuevo tipo de lector de libros, que ya no relee un mismo ejemplar, sino que lee veloz y pasa a un otro libro. Es una actitud creada más por ejercicio de ocio, en una sociedad con más tiempo libre ya que trabaja menos tiempo al delegar su trabajo a las máquinas.
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