ERNS CASSIRER Y LA FUNCIÓN DEL MITO EN LA VIDA SOCIAL DEL HOMBRE

Erns Cassirer

La historia de las ideas encuentra ameno acogimiento en la escritura del filósofo y sociólogo prusiano Erns Cassirer (1874-1945). Presentamos de él un pequeño y contundente fragmento del Mito del Estado, obra ya clásica en la historia del pensamiento y la intelectualidad. Esta se abre paso a través de la teoría del filósofo Helbert Spencer y del testimonio sensitivo de J.W Goethe, para identificar cómo el mito se ha convertido en un dispositivo por el cual los seres humanos interpretan el mundo simbólico, pero sobre todo por el cual consolidan el orden de la vida social más presente.

Ejemplar del que hace la transcripción

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IV
LA FUNCIÓN DEL MITO EN LA VIDA
SOCIAL DEL HOMBRE

[...] Es un hecho conocido que toda expresión de una emoción tiene un efecto calmante. Un puñetazo puede ablandar nuestra ira; el llanto puede aliviarno de la aflicción y la peña. Esto se comprende fácilmente por razones fisiológicas y psicológicas. Fisiológicamente, puede ser explicado por medio del principio que Herbert Spencer llamó "ley de la descarga nerviosa". En cierto sentido, esta "ley de la descarga" se aplica también a todas las expresiones simbólicas. Pero aquí nos encontramos con un fenómeno enteramente nuevo. En nuestras reacciones físicas, un estado de reposo sigue a la repentina explosión. Y una vez desaparecida, la emoción ha terminado sin dejar ningún rastro permanente. Pero, cuando nuestras emociones las expresamos mediante actos simbólicos, el caso es completamente distinto. Tales actos tienen, como si dijéramos, un doble poder: el poder de ligar y el de desligar. También en este caso las emociones se proyectan hacia fuera; pero, en vez de dispersarse quedan, por el contrario, concentradas. En las reacciones físicas, los movimeintos físicos correspondientes a ciertas emociones se extienden progresivamente y cubren una zona cada vez más amplia. De acuerdo con Spencer, esta extensión y difusión sigue una regla definida. Primeramente quedan afectados los delicados músculos de los órganos vocales y los pequeños músculos faciales. Cuando el sentimiento aumenta, la descarga nerviosa afecta al sistema vascular.(19) Pero la expresión simbólica no significa extenuación, sino intensificación. Lo que aquí se presenta no es una mera exteriorización, sino una condensación. En el lenguaje, en el arte y la religión, nuestras emociones no se convierten simplemente en actos; se convierten en "obras". Estas obras no se desvanecen. Son persistentes y duraderas. Una reacción física sólo puede proporcionarnos un auxilio breve y temporal; una expresión simbólica puede llegar a ser un monumentum aere perennius.
     Este poder de objetivación y solidificación se manifiesta con particular claridad en la poesía y el arte. Goethe consideró este don como el rasgo esencial de su poesía. "Y así empezó, dice en Dichtung und Wahrheit hablando de su juventud, esa tendencia de la que no pude desviarme en todo el curso de mi vida, a saber, la tendencia a convertir en imagen, en poema, todo lo que me deleitara o perturbara, o lo que me afectara de cualquier manera; y a ponerme de algún modo de acuerdo conmigo mismo sobre ello, para poder así rectificar mis concepciones de las cosas exteriores y a la vez dejar mi mente en paz respecto de ellas. La facultad de hacer esto me era a mí más necesaria que a otro cualquiera, pues me disposición natural me hacía volar constantemente de un extremo a otro. Por esto, todas las obras mías que se conocen son fragmentos nada más de una gran confesión."(20)
     En el pensamiento y la imaginación míticos no encontramos confesiones individuales. El mito es una objetivación de la experiencia social del hombre, no de su experiencia individual. Cierto es que, en tiempos posteriores, nos encontramos con mitos producidos por individuos, como, por ejemplo, los famosos mitos platónicos. Pero en éstos falta uno de los rasgos más esenciales del mito. Platón los creó con un espíritu enteramente libre. El no estaba bajo su poder, antes lo dirigía de acuerdo con sus propios fines, los fines del pensamiento dialéctico y ético. El auténtico mito no posee esta libertad filosófica, pues las imágenes en las que vive no son conocidas como imágenes. No son consideradas como símbolos, sino como realidades. Esta realidad no puede ser rechazada o criticada; tiene que ser aceptada de una manera pasiva. Pero con ello se ha dado el primer paso preliminar por el camino que conducirá finalmente a una nueva meta. Pues tampoco en el mito las emociones son simplemente sentidas. Son "intuídas", "convertidas en imágenes". Estas imágenes son toscas, grotescas y fantásticas. Pero esto es justamente lo que las hace compresnibles para el hombre no civilizados, poes ellas pueden darle una interpretación de la vida de la naturaleza y de su propia vida interior. [...]

(19) Para más detalles, véase H. Spencer, Principles of Psychology (Nueva York, D. Appleton & Co., 1873), vol. II, §§ 495-502.
(20) Goethe, Dichtung und Wahrheit, libro VII. [Hay traducción española]


Fondo de Cultura Económica
Autor: Erns Cassirer
Título: El Mito del Estado
Editorial: Fondo de Cultura Económica
Primera edición: 1946
Edición trabajada: 1968
Páginas: 59-61
Transcripción e introducción: Juan Pablo López Gómez

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