LIBROS ILEGIBLES: BRUNO MUNARI Y EL NACIMIENO DE LOS OBJETOS I


“Los primeros libros ilegibles, realizados con distintos materiales, fueron expuestos por vez primera en Milán en la Librería
Salto en 1950, a través de unos pocos ejemplares hechos a mano. Uno de estos libros fue editado por el Museum of Modern Art de Nueva York en 1967.”

¿Son posibles los libros sin texto? ¿Para qué?

En 1983 la editorial Gustavo Gili publica por primera vez ¿Cómo nacen los objetos? del diseñador Bruno Munari. Nacido en Milán un 24 de octubre, Bruno contó con 90 años para consolidarse como uno de los referentes del diseño y el arte del siglo XX, campos a los que aportó desde el futurismo.

En ese libro del 83, destacan sus aportes a la metodología proyectual, donde especifica el antes y el después en todo proceso de diseño. No dejar nada a las musas o a la suerte y apelar a la firmeza, la preparación y la investigación son algunos de los consejos que aclara y profundiza para llevar a cabo proyectos creativos.

La creación, dice Munari, debe ordenarse, pues de eso depende el nacimiento de los objetos funcionales que nada tienen que ver con el lujo. Obsesionado con la funcionalidad, recurre repetidamente a los utensilios de cocina y a las recetas, para definir el éxito del método proyectual. 

Aunque muchos de sus enunciados son llamativos, su concepción del libro como objeto destaca para nosotros. Encantado con la materialidad del libro, dedica un espacio al acto de leer, su potencia y trascendentalismo, que va más allá de elegir un libro u otro, e incluso, de relacionarse con el texto.

Aceptamos la invitación de Munari y pensamos el libro en todo su detalle, por eso releemos y transcribimos en esta primera parte lo referente a los libros ilegibles. Nos encontramos así con creaciones que dan espacio al silencio y a sentidos diferentes que intervienen en el acto de la lectura.
Esperamos provocar algo con estos detalles del proceso de un libro de Munari que destaca por sus decisiones respecto al papel y las texturas, y otro libro que él cita, con particularidades en la elección de la tinta.

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Un libro ilegible

Este es un problema de experimentación de las posibilidades de comunicación visual del material editorial y de sus técnicas. Por lo general, cuando se habla de libros se piensa en textos de diferentes tipos: literario, filosófico, histórico, ensayístico, etc., impresos sobre las páginas. Escaso interés suele merecer el papel y la encuadernación del libro, el color de la tinta y todos aquellos elementos con los que se realiza el libro como objeto. Escaso interés se le dedica a los caracteres tipográficos y menos aún al espacio en blanco, a los márgenes, a la numeración de las páginas y a todo el resto. 

El objetivo de esta experimentación ha sido el de comprobar si se puede utilizar el material con el que se hace un libro (excluido el texto) como lenguaje visual. El problema por consiguiente es: ¿se puede comunicar visual y táctilmente solo con los medios editoriales de producción de un libro? O bien: el libro como objeto, con independencia de la letra impresa, ¿puede comunicar algo? Y de ser así, ¿qué?

Una vez centrado y definido el problema se descompone en sus elementos. Normalmente los libros se hacen con pocos tipos de papel y se encuadernan solo de dos o tres formas distintas. El papel es utilizado como soporte del texto y de las ilustraciones, y no como sujeto “comunicante” de algo. Si se quieren experimentar las posibilidades de comunicación visual de los materiales con los que se hace un libro, entonces tendremos que hacer pruebas con todos los tipos de papel, con todos los tipos de formatos; con distintas encuadernaciones, troquelados, secuencias de formas (de hojas), y con papeles de diferentes material, con sus colores naturales y sus texturas. 

Recopilación de datos: sabemos que en el terreno editorial este problema no había sido afrontado nunca. Sólo en el caso de ediciones especiales se elegía el papel para darle más importancia al texto, pero siempre era el texto el tema del libro, nunca el propio libro como objeto comunicante (excluido el texto). Por lo general los libros son confeccionados con papeles elegidos únicamente en función de su coste y casi siempre blancos o de colores muy claros. La impresión se hace casi siempre en negro. 



A continuación, como el análisis de los datos recogidos no presenta mayores problemas, se pasa al estudio de los posibles materiales a utilizar en una experimentación creativa. La creatividad que se anunciaba en el planteamiento del problema, va unida en este caso a la experimentación y a la creación de modelos. 

Se buscan pues toda clase de papeles posibles, desde papeles de imprenta a papeles de embalaje, desde papeles semitransparentes a los de superficies ásperas, lisas, papeles reciclados, papeles de seda, papeles parafinados, alquitranados, plastificados, papeles de pura celulosa, papeles de estraza, de paja, papeles vegetales, papeles sintéticos, papeles blandos, rígidos, flexibles, etcétera. 

Ya con esto se hacen descubrimientos por que si un papel es transparente comunica transparencia, si es áspero, comunica aspereza. Un “capítulo” de papel vegetal (el utilizado por arquitectos e ingenieros en sus proyectos) da un sentido de niebla. Este efecto será posteriormente utilizado por mí en el libro Nella nebbia di Milano, publicado por Emme Edizioni de Milán en 1968. En fin, cada papel comunica su cualidad. Y esto ya es algo que puede ser utilizado como elemento comunicante: luego se tratará de relacionar este conocimientos con todos los demás que puedan desprenderse de la experimentación.

Una segunda experimentación es la realizada sobre los formatos de las páginas. Una serie de páginas todas iguales comunica un efecto de monotonía, páginas de diferentes formatos son más comunicativas. Si los formatos están organizados de forma creciente o decreciente o alternadamente o en cualquier caso con un cierto ritmo, se puede obtener una información visual rítmica, dado que el pasar una página es una acción que se desarrolla en el tiempo y por lo tanto participa del ritmo visual-temporal. Si además utilizamos papeles de dos colores: alternando una hoja de papel en blanco y una hoja de papel negro (o rojo) el efecto rítmico se verá acentuado. Se realiza un modelo de este tipo, con páginas blancas y negras, cortando las hojas con cortes horizontales, verticales, diagonales, de forma que al ir pasando páginas se modifica la composición de las superficies blancas y negras, cambiando la cantidad del blanco y del negro y la posición y la forma de esas cantidades. 

Se decide iniciar el proceso de estas mutaciones, primero con algunos cortes horizontales que permitan pasar la misma página en dos tiempos: el primer corte se hace arriba en la primera página, el segundo abajo en la página negra, el tercero (también horizontal) más hacia el centro de la página. Al abrir media página ya se ve un corte vertical de la página negra que va a continuación. La página negra, de hecho, es solo media página cortada verticalmente. La página siguiente, blanca, está cortada exactamente por el medio también horizontalmente. Entran las diagonales, que se alternan con los cortes verticales, hasta que en una página blanca se ve solo un pequeño corte en el ángulo superior derecho. La página siguiente tendrá un corte más grande en el ángulo inferior izquierdo y de nuevo un corte horizontal arriba como en la primera página. 


La página blanca siguiente tiene un corte decididamente en diagonal seguido de otro corte diagonal en la página negra. Estos dos cortes superpuestos dan una franja blanca que atraviesa diagonalmente toda la página de la izquierda. La página blanca de la derecha tendrá un pequeño corte en la esquina, y así termina la composición rítmica espacio-temporal de estas superficies blancas y negras. 

Este modelo de libro ilegible permite abrir las páginas al azar, empezando por dónde se quiera, proseguir y volver atrás, para componer y descomponer cualquier posible combinación de blanco y negro. En las imágenes fotográficas del libro aquí reproducidas se ven algunas secuencias, pero pueden hacerse tantas combinaciones como se quieran.

Este libro fue publicado más tarde por un editor holandés que me escribió: "Nosotros no tenemos problemas de cantidad, en nuestros libros, sino de calidad. Desearíamos publicar su libro". 

La edición se realizó en 1955, con un formato de 23,5 x 23,5 cm. El color de las páginas fue blanco y rojo, una tapa de cartón gris cerraba el libro, del que se tiraron 2.000 ejemplares. El editor es Steendrukkerij de Jong & Co, de Amsterdam.

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Otro libro para niños surgido de esta experimentación es Nella notte buia, editado en Italia en 1952 por el impresor-editor Muggiani. Este libro estaba construido con un dieciseisavo de papel negro con ilustraciones en azul (que era la noche), un capítulo de papel semitransparente con matorrales de yerba impresos en verde y diferentes insectos que, ocultos entre la yerba, aparecían al pasar la página, y al final, un capítulo (también de dieciséis páginas) páginas) de papel reciclado, gris-beige, lleno de impurezas (que era la tierra), con una gruta recortada e imágenes impresas en negro. 

Este libro, rechazado por numerosos editores porque "no tenía texto", ha sido objeto posteriormente, de la mano del editor-impresor Muggiani, de varias ediciones.

Dos páginas del libro Nella notte buia

Relee, Transcribe.



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Autor: Bruno Munari (1907 - 1988)

Título: ¿Cómo nacen los objetos?

Primera edición: 1983

Editorial: Gustavo Gili

Introducción y transcripción: Maritza Arcila Jaramillo
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